El retraso del desarrollo psicomotor es la desaceleración del pensamiento y la reducción de los movimientos físicos en un niño. Durante el primer año de vida, el retraso se puede distinguir de dos formas diferentes: una benigna inespecífica y otra específica.
En el primer caso, el retraso específico siempre se debe a un daño en las estructuras cerebrales y sus funciones. Es de suma importancia las evaluaciones del neurodesarrollo de los niños desde el nacimiento hasta los 8 años.
Este periodo, de rápido desarrollo psicomotor, es determinante en el proceso de adquisición de habilidades y competencias motoras, cognitivas, de lenguaje y de interacción social que desarrollarán los niños y niñas a lo largo de su infancia hasta alcanzar el desarrollo integral que les permita ser competitivos en sus actividades académicas, profesionales y sociales.
Datos sobre el retraso del desarrollo psicomotor
Primero es importante tener claro que, cuando nos referimos al retraso psicomotor, hablamos de la dificultad que tienen algunos niños que presentan cierta lentitud psicomotora en comparación con sus pares y, en consecuencia, se encuentran realizando actividades por debajo de los límites establecidos en escalas internacionalmente aceptadas para su edad.
Estas desviaciones pueden ser simplemente transitorias y no ocasionar deficiencias a largo plazo; sin embargo, también podrían ser un primer signo de alarma y evolucionar hacia trastornos más complejos, como el trastorno del desarrollo de la coordinación, el autismo, déficit atencional, retraso del lenguaje y trastornos de aprendizaje, entre otros.
Basado en lo anterior, es importante que los padres estén pendientes de las habilidades que desarrolla su hija o hijo a lo largo de su primer año de vida, en donde los hitos del desarrollo motor grueso toman mayor relevancia, sin descuidar después, durante los primeros años, la adquisición de nuevas competencias cognitivo-motoras y de socialización que le serán de una utilidad incalculable al momento de la escolarización.
Para cada edad se han establecido actividades obligatorias (por decirlo de alguna manera), o bien, «hitos» del desarrollo que, con ayuda del pediatra, deben ser monitoreados durante las citas de control en la primera infancia.
Si se tiene la sospecha (ya sea por parte de los padres o de su pediatra) de que el niño o niña está presentando alteraciones o dificultades para alcanzar las actividades psicomotrices adecuadas para su edad, es necesario hacer una evaluación diagnóstica para iniciar un plan de intervención bien estructurado y dirigido a las necesidades del niño o de la niña en particular.
Se deben evitar las terapias generalizadas, ya que se podría invertir tiempo y esfuerzo en actividades terapéuticas que no resuelvan las dificultades inicialmente planteadas, porque no hayan sido ajustadas a las necesidades del niño o niña.
Causas o factores de riesgo del retraso del desarrollo psicomotor
Es muy importante tener en cuenta los factores de riesgo:
- Nacimiento prematuro
- Antecedentes de complicaciones perinatales
- Antecedentes de meningitis
- Hiperbilirrubinemia (ictericia)
- Hipoxia fetal o neonatal, entre otras tantas.
Los niños que tengan estos antecedentes, requieren de una estrecha vigilancia y de un ambiente enriquecido para estimular su desarrollo de manera preventiva y para dotar a los padres y cuidadores con las herramientas que los ayuden a captar de manera temprana las desviaciones de la norma, para así evitar que éstas terminen ocasionando alteraciones psicomotoras a largo plazo.
Tratamiento o Manejo integral del retraso del desarrollo psicomotor
El plan de intervención, dirigido por su pediatra, debe incluir además una evaluación por un neurólogo pediatra cuando haya suficientes criterios para sospechar que estas alteraciones pudieran estar asociadas con enfermedades de origen neurológico.
Evaluación
Para evaluar el desarrollo, existen numerosos y variados métodos, como las encuestas para padres (aplicadas en el consultorio), la observación directa en el consultorio del pediatra, pruebas de screening y escalas del desarrollo, como la Prueba de Bayley, que proporciona una medida objetiva de las diferentes áreas del desarrollo y nos permite definir el tipo de intervención adecuado para cada edad.
También se requieren evaluaciones de los órganos de los sentidos, principalmente de la audición y la visión, ya que deficiencias leves en estos órganos pueden ocasionar retrasos en la adquisición de los hitos del desarrollo.
Aún cuando estas evaluaciones se hayan realizado en el periodo neonatal, si se presentara alguna alteración del desarrollo, sería necesario repetirlas y verificar la integridad de la vía auditiva y visual, incluso antes de iniciar el programa de intervención terapéutica para estar seguros de su funcionalidad.
Los estímulos sensoriales son de suma importancia para la adquisición de habilidades neuromotoras, pues todo el aprendizaje ocurre a través de los órganos de los sentidos, y éstas experiencias sensoriales aseguran que las redes neuronales realicen las conexiones necesarias en todas las áreas del desarrollo.
El manejo de los niños(as) con alteraciones del desarrollo psicomotor debe ser multidisciplinario y es importante la participación de los padres y cuidadores, quienes son piezas clave para lograr una intervención adecuada en el momento adecuado.
Recomendaciones generales
Como padres debemos estar conscientes de cuáles son las habilidades que tiene nuestro hijo(a) y aceptar aquellas que no ha podido desarrollar, pues en este punto radica el éxito de la intervención.
Para que una actividad terapéutica tenga resultados positivos, ésta debe replicarse en diferentes escenarios de la vida diaria; esto significa que quienes pasen mayor tiempo con el niño(a) son las personas que tendrán mayor influencia en su desarrollo, lo cual requiere de esfuerzo y dedicación para lograr que el efecto de la terapia se alcance en el menor tiempo posible y para que ésta pueda modificarse a medida que se alcanzan metas y se vencen deficiencias.
Quienes estén más involucrados con el niño(a) Deben acudir a sus citas de control y estar pendientes de las observaciones que realice el médico tratante y comentarle, además, sobre las observaciones que puedan provenir del colegio para lograr un diagnóstico temprano y una intervención adecuada.
La detección temprana y la observación objetiva de las desviaciones del desarrollo psicomotor, permitirán que podamos realizar diagnósticos adecuados y evitar que una alteración transitoria o menor pueda evolucionar y comprometer otras áreas del desarrollo de nuestro hijo(a) en el periodo escolar o durante la adolescencia.