El trastorno del desarrollo de la coordinación es parte de un grupo de diagnósticos llamados trastornos motores. Para nadie esta oculto el hecho de que hoy los niños pasan más tiempo en contacto con actividades pasivas, principalmente pantallas y videojuegos lo que les limita el desarrollo de las destrezas motrices en la primera infancia.
Esto afecta la adquisición de habilidades más complejas en etapas posteriores de la niñez, que eventualmente pueden influir en procesos más complejos como la lectoescritura, el desempeño en la vida diaria, en los deportes y por ende en las relaciones sociales.
¿Qué es exactamente y a quienes afecta más?
El trastorno del desarrollo de la coordinación es un trastorno del desarrollo neurológico que afecta a del 5 al 6% de los niños entre las edades de 5 a 11 años. El trastorno puede ocurrir tanto en hombres como en mujeres, pero es mucho más común en los hombres. El síntoma principal es la adquisición y ejecución de habilidades motoras coordinadas que están en esencia por debajo de la edad cronológica del niño.
¿Cuales son las características?
Muchos niños expresan deficiencias en su desempeño diario, se les observa con torpeza para la realización de actividades cotidianas como atarse los zapatos, abotonar una camisa, cepillarse, correr, saltar, manejar bicicleta, practicar deportes en equipo, bailar, escribir, entre otras. Estos niños y niñas cursan con dificultades en su vida diaria lo que hace que limiten su participación en actividades grupales y se sientan socialmente limitados. Cuando estas deficiencias no se corrigen tempranamente, pueden afectar la adquisición de habilidades más complejas en su desarrollo futuro.
El trastorno del desarrollo de la coordinación ocurre cuando se presenta un retraso en el desarrollo de las habilidades motoras o dificultad para una adecuada coordinación de los movimientos que hace que el niño no logre desarrollar tareas cotidianas, siendo difícil realizar actividades que para otros son normales y fáciles.
El diagnóstico del trastorno del desarrollo de la coordinación
Para hacer este diagnóstico es importante la evaluación médica, ya que es el especialista quien debe descartar que el problema no es secundario a un trastorno físico, neurológico o de conducta.
La causa de este trastorno no está bien aclarada, pero las investigaciones sugieren que los niños pueden presentar dificultades para aprender a planificar, organizar, realizar o modificar sus movimientos y esto influye en la capacidad de los niños para aprender habilidades motoras nuevas.
Muchas veces no reconocen las similitudes de determinadas tareas motoras y esto provoca dificultades para transferir el aprendizaje motor de una actividad a otra (atrapar una pelota de futbol y luego atrapar una pelota de beisbol).
También tienen dificultad para generalizar el aprendizaje motor de una situación a otra (un niño que se acerca al borde de la acera tiene que descifrar que subirse a la acera es similar a subir escaleras), entre otras; esto es así porque les resulta difícil controlar la información entrante que proviene del entorno y hacer que sus cuerpos respondan de manera oportuna para lograr una determinada tarea en el momento preciso.
Hacer el diagnóstico temprano permite que se realice una intervención adecuada con lo que logramos evitar que los niños desarrollen deficiencias que les afecten en la adquisición de sus destrezas motoras finas y gruesas, que comprometan su aprendizaje y la integración social a mediano y largo plazo.
¿Qué signos debo buscar?
Características físicas
- Los movimientos del niño pueden ser descoordinados o torpes. Es posible que derrame cosas, tire objetos o choque contra ellos.
- Dificultad con las habilidades motoras gruesas (todo el cuerpo), con las habilidades motoras finas (el uso de las manos) o con ambas.
- Retraso en el desarrollo de ciertas habilidades motoras, como andar en triciclo o en bicicleta, atrapar una pelota, saltar la cuerda, abrochar botones y atar cordones.
- El niño puede mostrar una discrepancia entre sus capacidades motoras y sus capacidades en otras áreas. Por ejemplo: las habilidades intelectuales y del lenguaje pueden ser bastante buenas mientras que las habilidades motoras presentan retraso.
- El niño puede tener dificultad para aprender habilidades motoras nuevas. Una vez que las aprende, es posible que realice bastante bien algunas de ellas y que siga realizando mal otras.
- Tener más dificultad con actividades que requieren cambios constantes en la posición del cuerpo o cuando deben adaptarse a cambios en el entorno (p. ej., béisbol, tenis).
- Dificultad con actividades que requieren el uso coordinado de ambos lados del cuerpo (p. ej., cortar con tijeras, saltar abriendo las piernas o usar un bate).
Características emocionales y de la conducta
- El niño puede mostrar falta de interés en actividades específicas, o es posible que las evite, en especial aquellas que requieren una respuesta física. Realizar habilidades motoras requiere mucho esfuerzo. El cansancio y el fracaso reiterado pueden hacer que evite participar en tareas motoras.
- El niño puede demostrar poca tolerancia a la frustración, disminución de la autoestima y falta de motivación, debido a las dificultades que tiene que enfrentar con actividades que se necesitan en todos los aspectos de su vida.
- Es posible que el niño evite socializar con sus pares, en particular en el patio de recreo.
Algunos buscarán a niños más pequeños para jugar mientras que otros jugarán solos, o seguirán al docente o al supervisor del patio de recreo. Esto puede deberse a la disminución de la confianza en sí mismo o al hecho de evitar actividades físicas. - El niño puede parecer disconforme con su desempeño (borra un trabajo escrito, se queja del desempeño en actividades motoras, demuestra frustración con el producto del trabajo).
- El niño puede resistirse a cambios en su rutina o en su entorno. Si tiene que dedicar mucho esfuerzo a planificar una tarea, entonces incluso un cambio pequeño en la manera en que se debe realizar puede presentar un problema importante para el niño.
Otras características comunes del trastorno del desarrollo de la coordinación
- El niño puede tener dificultad para equilibrar la necesidad de ser veloz con la necesidad de ser preciso. Por ejemplo, la escritura a mano puede ser muy prolija, pero extremadamente lenta.
- Tener dificultad con materias académicas, como matemática, ortografía o lengua escrita, que requieren que la escritura a mano sea precisa y esté organizada en la página.
- El niño puede tener dificultad con actividades de la vida diaria (vestirse, usar cuchillo y tenedor, cepillarse los dientes, subir cierres, organizar una mochila).
- Puede tener dificultad para completar trabajos dentro del plazo esperado. Dado que las tareas le exigen mucho más esfuerzo, es posible que esté más predispuesto a distraerse y se frustre con una tarea que debería ser sencilla.
- El niño puede tener dificultades en general para organizar su escritorio, casillero, tarea o incluso el espacio en una página.
¿Cómo se trata el trastorno del desarrollo de la coordinación?
El primer paso para tratar el trastorno del desarrollo de la coordinación es organizar actividades para satisfacer de manera eficiente las necesidades integrales de los niños.
Múltiples investigaciones clínicas sugieren que los siguientes tratamientos están indicados para tratar este trastorno:
- La terapia ocupacional: La evidencia sugiere un enfoque orientado a la tarea que se enfoca en intervenciones específicas de la tarea. Un entrenamiento neuromotor, estrategias de solución de problemas y un descubrimiento guiado, y una intervención ecológica.
- La terapia física: una terapia que mejora la coordinación motora fina y la motora gruesa para ayudar con las actividades de la vida diaria y la actividad física.
La intervención adecuada puede ayudar a cambiar la evolución de los niños y les ayuda a lograr un desarrollo adecuado. Si tienes dudas si tu hijo o hija puede o no tener este trastorno siempre es oportuno que consulte con su médico.